viernes, 30 de marzo de 2007

Mujer. Testimonio de sangre
roja sustancia de la continuidad
que cada tantas lunas
se desparrama entre sus piernas
rostro del humus primigenio

primera verdad

intimo regocijo de la fiera
-asco de la domesticidad –


Mujer. En las noches del rito azul
-diosa de los senos desnudos-
abre su pelvis ensangrentando
la imperturbable perfección de la luz

sementeras humanas expulsas- fluyen-
cauce infinito de venas edificadas
en las regiones oscuras de tu costado
líquida corriente tumultuosa avanza
crucificando materia

Resplandor de epopeyas
en cada gota la memoria
del Creador que gime su derrota.

Bordo mi huella en el aire
lenta mi aguja no se detiene
un ángel me tiembla el pulso
mientras recoge la sangre
que deletrea mi nombre

Desde lo alto un estuario
me piensa con mis pensamiento
me juega con rostros extraños
cuencos rotos que buscan su ser
develadores de ayeres y mañanas
En este mi eterno hoy

¿Recordaré en ese andar de agua
esa huella bordada en días pasajeros
y el nombre escrito con sangre?
Hueles salvaje


Herrumbe retorcida abandonadas latas
y rotos pedazos de cemento húmedo
que se imaginan piedras
vives al acecho de esa ciudad que te ignora
la aprietas como a la luz desquiciada idea


Pampa líquida -dorado elemental del trigo-
Esplendor manso espejo soleado de los días plenos

Río animal salvaje la noche te provoca
brisas sureñas te juegan al enojo
lomos plateados golpean ciegos
los muros de las costas que te ciñen

Serpientes sinuosas fluyendo avanzan
por tus cinturas se enredan
hacia la cuenca marrón
engañoso cáliz dorado lodoso lecho

Animal en celo
(noches sin luna
nubes borrascosas)

me doblegan tus fauces
traduzco tu lenguaje ribereña soy por linaje
me alerta tu gesto húmedo que despierta

caricias
lamentos
cantos
de los que perdieron la forma
y miran desde todos los tiempos

Aire río resonancia plateada
en este andar incierto
(andar de río)
agua fluyendo
ciega avanzando hacia un horizonte de sal.
Última mirada

Frecuento espejos
busco un rostro olvidado
reciclado en tantos otros rostros
viaje a través de esos territorios
con miradas azules,
oscuras,
llorosas
tembladerales y naufragios
vientos de la incertidumbre
tornasoles y sonrisas
asomaron en los reflejos que devolvían
el gesto y rictus siempre otro, siempre el mismo.

Nunca se sabe de la última mirada
en qué recodo -de qué tiempo-
en qué inusitada fragancia se inicia el regreso.

El fugaz hilo misterioso del presentimiento
nos habla desde ese otro lugar de las cosas
tintinea con su magia de relojes
sonríe en el ocaso que se curva hacia la noche
hendija que se despliega
hacia un horizonte ilusorio
donde esperan los emisarios
con los que volé en el principio
blancas alas
me crecerán en el portal de la noche


¡ y volaré ¡
Ella canta…
un duelo de alondras
alumbra su voz
rito ancestral su canto
donde se renueva el olvido

Ella canta…
se agitan los faustos de la solemnidad
transmutan en países
de estrellas apagadas
que se encienden con su canto

Ella canta….
desde un arrabal de luz
y su canto cubre remotos fríos

Ella canta…
con dedos de amor
los pies antiguos escuchan
la tierra que despierta con su canto
las manos tañen
soñando la danza
emergen los niños y juegan
sus juegos de antaño

Ella canta…
desde un lugar sin tiempo
y el universo entero
sonríe
“El ojo flota blandamente a merced del río”
Margueritte Yourcenar


Ojo oblicuo
sobre la mansedumbre de
un río aceitoso
deslumbrado
de verdes sombras
flota en la corriente blandamente
navegando sin rumbo
busca la huella de los oscuros pájaros
los que se filtran a través de las frías nubes
que aparecen y desaparecen entre el rumor
que quieto no se detiene
porque el río anda
fiel a sí mismo
andariego y solo
porque no es roca
ni siquiera paisaje
ni tampoco
aunque canta y sea mensaje.
es música
tal vez
que gira incesante.

Y el ojo oblicuo de alguien que respiró
sueños anclados en la arena
fluye.


sábado, 17 de marzo de 2007

Sueño de hojas secas

Era lo que yo a la inversa
viajero, no sabe que es un relato
parte de un relato inédito
en la noche de la tarde caramelo
escuchó el rubor de mis ojos
vestal de los templos del agua
heredera de bosques y arena
huidos del tiempo encendimos un volcán
y dormimos al borde de su abismo
nocturno corazón flamígero
con un sueño de hojas secas
Sabor a lluvia


Olor del sudoeste sabor a lluvia
pájaros dispersos en abismos de nubes negras
lo tenso se afloja
Cae


la loba de la frontera despierta
promesa que eriza la piel añosa

la oreja más vieja registra
ritmos de tambores sobre el polvo vivo

Espera

momento de entrega

la tierra árbol la tierra hierba la tierra flor

Gime

retorno del cuerpo exilado
el olfato alerta acecha
algo en lo lejano

Baila

se disuelven los límites


Recuerdo

Conozco de arañas
conviví con Margot
en aquella cocina
de los tiempos primeros
donde enarbolaba banderas
de una forma de ser mujer
allí cocinaba a destiempo
sopas de cebolla en verano
gazpacho en invierno

Margot se destinó un rincón
donde escudriñaba mis pensamientos
yo le relataba poemas
que giraban en mi cabeza
cosmonautas desnudos
buscando un vestido de luz

Margot tejía su tela
mientras yo recogía críticas
por mi dejadez de telarañas

ambas nos conocimos
nos veneramos
como criaturas vivientes
en un universo repleto de creación

ella me dejó enseñanzas
yo apenas le di mi atención
forma deletreada del amor
pues qué puede aprender de mí
de esta ambivalente humana naturaleza

una araña llamada Margot




Soy toda un ojo
tierra/cielo espejos
se encierran en mi mirada
de piel y de alas

no soy ojos sólo yo
nubes/flor/pájaro
verdes civilizaciones
abren tiernos ojos
para escuchar mi presencia

no hay soledad en el silencio
sólo amor y ojos de una mirada
Orgía solar la tarde
ventanas en flor
hora exacta del silencio
antiguo de la creación
(mi silencio)
un pájaro único
multiplica su voz
su canto nace de mi alma

miércoles, 14 de marzo de 2007

Huellas



¿Huellas? una huella
que determinó un paso
¿Palabras? una sola palabra
resonando en un destello de la nada

sobre bordes de cornisas
gestos rumorosos de alas
espejo de una mirada
desovada al infinito

resuelve revoltijos de la sombra
que no acierta a conjurar
la luz que la diseña

porque no existe la sombra
sólo la luz creando
su propia estirpe
¿Existo yo?

Atravieso la lluvia
impregna la ávida tierra
se hunde en el oscuro recinto
ES

¿existo o soy solo la miradora
del paradojal/ pendular tiempo
soy esa entrega intensa de la lluvia
que transforma el paisaje
y obnubila soles con su esplendor?

¿ existo yo
en este sordo/ pertinaz andar
sonámbulo
cansado de mirar al revés?

O seré acaso
si apago
esta atención unívoca
el canto de la tierra húmeda
el fresco aire manso
esta quietud de alas
en el opacado momento
donde la lluvia arrecia
con su fragor